viernes, 19 de enero de 2007

Kulja y la sanguijuela.

Kulja y La Sanguijuela

Me asomé por la ventana del departamento, era una imagen estupenda de esas que le gusta crear a los escritores de la nueva ola, llenando varias páginas de sus obras maestras para describir callejones de mala muerte como el que tenía enfrente - Que se le va hacer es lo que vende- dicen los muy resignados pobres diablos.


Yo no tardé mucho en identificarla. Traía el cabello recogido en una cola de caballo bastante alta. Su cabello era negro, largo y brillante; hasta parecía que se había acabado una botella de brillantina pero la ocasión lo ameritaba, era su primera vez. Su piel era blanca, tan pálida. Sobre todo con esas sombras oscuras que cubrían sus parpados y esa boca tan roja que contrastaba con el resto del atuendo. Un abrigo negro tapaba todo su cuerpo, sólo dejaba libre a la vista el tacón aguja de aquellas lindas botas. Verla desde ahí me produjo una sensación de poder a la que estoy acostumbrada, pero no pude evitar sonreírle a mi ego.

Y yo pensé que esta era mi noche. Me pagaron mucho más que veces anteriores y no es que me haya aprovechado de la situación, para nada, mis tarifas son siempre las mismas; creo que desde ahí soy justa pues no es ningún sacrificio ejercer mi profesión.



Decidí esperarla sentada en ese sillón. Ya había apagado la luz y el cuarto sólo se iluminaba por las luces neón que entraban por la ventana que permanecía abierta. Era perfecto por lo menos hasta ese momento ya que mi zorrita no imaginaba que su reina ya la esperaba con el látigo en la mano. Tardaba en subir, hasta pasó por mi cabeza que se habría arrepentido cuando subía las escaleras. Con lo que había visto por la ventana me era suficiente para imaginar el grado de nerviosismo que traía mi ‘traviesita’. Su andar era lento y temeroso, volteaba hacia todos lados sin mover su cuerpo, parecía que se le saldrían los ojos de tanto que los forzaba a mover de lado a lado. Eso me mojaba. Cuando veo una mirada brincar de lado a lado y casi caer de nerviosismo mi entre pierna libera un jugo delicioso. Está bien, me dedicaré a contarte sólo la parte profesional sin revelar mis bajas pasiones, ya me has dicho que no te excita de ninguna manera. Bueno, el punto es que yo esperaba ansiosa. No me explicaba porque esta vez estaba mucho mas desesperada por tener a esa mujercita entre mis garras, sería quizá por la intensidad de su energía, por lo pálida de su piel o tal vez no era por nada de eso sino porque algo de mi ya te esperaba.



Entró, por fin la puerta se abría. Desde el rincón donde estaba no se advertía mi presencia. La chica cerró la puerta tras de sí y sin encender la luz fue hacia la ventana, echó un vistazo hacia la calle y salió al balcón, de espalda al edificio de enfrente. Miró la iluminación rojiza que tenía la habitación. La cama estaba justo enfrente; era grande y con una herrería que venía de la mano de un artista. Cuatro torres altas salían de las esquinas de aquel monumental lecho de las cuales caían finas sedas a manera de velo. Se quedó un largo rato recargada en el ventanal sabiendo que era prácticamente imposible que alguien la reconociera. De pronto entró de nuevo en la habitación y se paró frente a la cama, lentamente se abrió el abrigo y lo tiró sobre la alfombra, en ese momento sintió la presencia de alguien más ahí. Un calor espeso se extendió en todo el lugar, empezó a sudar mientras su mirada se desplazaba esta vez demasiado lenta, con temor de encontrar algo mortífero a su lado, casi lloraba cuando sentí el contacto de su mirada con la mía que aun permanecía en la oscuridad.



- vaya mi linda briboncilla, me has encontrado mucho antes de que anunciase mi presencia ante tus ojos. Me hubiese gustado mirar como te familiarizabas con lo que ahora y sólo por razones técnicas llamaré tu sepultura. No tiembles, la función todavía no empieza. Primero quiero que veas a tu señora ante la luz y guardes muy bien en cada rincón de tu ser mi rostro, que tus oídos sean fieles a mi voz pues será a partir de ya a quien tengas que obedecer. Relaja la mirada y esos labios mi amor, nada pasa, recuerda que tu buscaste este encuentro y que es por tu sola voluntad que has venido hasta acá y que es tu decisión despojarte de tu ser para entregármelo. Se que por dentro estas que brincas de excitación, que cada temblor es como un espasmo pues tu mayor placer es ser atacada por el miedo. Está vez tu goce será mucho mayor porque has encontrado a tu ama perfecta-.



Después de decirle aquellas cosas salí a la luz y pudo observar mi rostro por primera vez. Yo era lo que se dice una mujer de mucho carácter, se me notaba en la mirada, en la forma de apretar los labios cuando clavaba mi vista en la victima. Traía mi cabello suelto y caía en cascada por los costados de mi rostro dejando enmarcada perfectamente mi piel blanca y tersa, aunque no pálida como mi entonces putita. También contaba con unos ojos mucho más hermosos que los de la nena, cierto es que en belleza la superaba, por ello cuando me vio cayó de rodillas ante mí. Aproveché para sacar mi gabardina y ponerla en el sillón junto al látigo que traía en mano. Puse mis manos alrededor de mis bien formadas caderas y sonreí como poseída por algún instinto malévolo. Mi silueta se descubría entre la luz roja del anunció de enfrente “Hotel ‘La sanguijuela’". Ulteriormente me pare frente a ‘la gatita’ y tomándola del peinado la puse en pie.



- enciende la luz ‘gatita’. ¿Te molesta que te llame ‘gatita’?
- …
- Veo que vienes muda, te coseré una lengua que traigo entre mis curiosidades para que aprendas a responderme cuando hago una pregunta.
- Me puede llamar como usted quiera mi señora.
- Enciende la luz y ven acá.



Mi victima era una joven que Pavel, un compañero de profesión, conoció en un Bar de Soho mientras se celebraba una fiesta VIP entre los denominados ‘freaks’ de una universidad de mucho prestigio americana y que andaban buscando diversión por los Bares ingleses, ya que la mayoría eran hijos de multimillonarios excéntricos que preferían irse a una isla exótica y mandar a sus hijos a lugares mucho más comunes dentro de las socialites. Londres es especial para este tipo de negocios. Pavel llamó un día a mi departamento y dijo que había encontrado a una chica que según le dijo se llamaba Dorota pero que había averiguado que su verdadero nombre era Giordana Feliccini, americana de padres italianos y grandes empresarios de la moda en calzado masculino. Está chica le dijo a Pavel que estaba buscando a una dominatrix que la hiciera estallar de dolor y que la provocara hasta matarla de miedo. No se equivoco Pavel cuando le dijo que tenía la persona que ‘Dorota’ después ‘Gatita’ estaba buscando.





Gatita tenía más o menos 22 años y era bastante atractiva, poseía un cuerpo esbelto, unas tetas duritas de pezón chico que se hinchaban al menor rose y un culo redondito, firme. Se notaba que era su primera sesión BDSM y que era adicta a las sustancias que libera el cuerpo cuando siente mucho temor. Pude notarlo desde que la miré venir y lo comprobé cuando después de tenerla amarrada de las extremidades de la cama y dándole azotes en el pecho mientras la masturbaba fuertemente; sus ojos se cristalizaban pero no era un llanto era mezcla de sufrimiento y placer.

También se que no quieres detalles de como la poseí pero al llegar la madrugada cuando su cuerpo estaba ya lleno de marcas y de líquidos, pues ambas nos habíamos corrido toda la noche, me llegó el momento a las venas y sentí como desde el fondo de mi corazón la sangre empezaba a salir negra y recorría todo mi cuerpo hasta estar enteramente extasiada. Mi cabeza se arqueó al tiempo que mis ojos se cerraban y mi boca se abría de tal forma que me parecía explotar la quijada, salieron unos colmillos enormes de mi boca. Yo me encontraba dándole por el culo y acariciándole su hermoso cuello de cisne. Con el contacto de nuestros cuerpos sentía su corazón muy cercano al mío y agitadísimo. Yo que ya estaba con las garras afuera y mis colmillos en su nuca, estaba aguantando el impulso de arrancarle la piel a pedazos para esperar el orgasmo y juntar ambos placeres. Cuando por fin sentí venir un nuevo chorro desde mi interior me le deje ir sobre el cuello y prendiéndome de su yugular le arranque la carne, la sangre brotaba a chorros sobre mi piel, mis garras rebanaron cada pedazo de aquella espalda y luego siguieron con los pechos duritos al natural. La bestia en la que me había convertido estaba totalmente extasiada bebiendo sangre de aquel cuerpo maravilloso.

Pasaron unos minutos y mi cuerpo fue tragando esas garras y mis colmillos volvieron a ser de calibre humano. El cuerpo de Gatita estaba ya cortado en partes y embolsado. Conserve la cabeza, la puse en un congelador que tengo oculto en mi apartamento, el resto lo tengo sepultado en las paredes de aquel dormitorio donde suelo encontrarme con mis clientes.



Mi último recuerdo es de cuando estaba bajando las escaleras para dirigirme hacia el estacionamiento, cuando escuche unos pasos y al momento de voltear sentí el frío de tus alas atrapándome, aun no estaba muerta pero sentía que brincabas por azoteas y corrías conmigo prisionera entre tus alas hasta llegar a un lugar sombrío y gélido. Yo no te podía mirar a los ojos tu resplandor me cegaba pero cuando me tomaste con uno de tus tentáculos y subiste hasta quedar frente a tu rostro supe que eras tú, algo me faltaba después de esa placentera sesión. Era que me esperabas.



- ¿Porque me has traído aquí Kulja?
- He visto como disfrutas devorando a tu clientas, pero para que goces mucho más debes conocer el placer de morir y otros planos. Te llevaré conmigo sin pelear o ¿Quieres hacerlo?
- No mi bella Kulja, anoche mientras dormía vi como viajábamos tomadas de la mano por un mundo etéreo. Yo ya te conocía sin haberte visto jamás.
- Calla pues y acompáñame, mi diosa de la muerte.



Sólo sentí un frío en la garganta, mi cuerpo sin aliento y vida cayó sobre el pavimento mojado de una vieja autopista.


Aun no sé porque los padres de Gatita querían deshacerse de ella, en realidad era muy linda, una de mis favoritas, por ello coloqué su cabeza en el centro de mi colección, pero eso a ellos les importaba poco. Una vez enterados de que su nenita tenía sita conmigo me llamaron para que terminara mi trabajito de la manera que más me gusta cuando se trata de chicas como ella. No suelo combinar seguido mis negocios, pero Giordana sí merecía morir en mis manos.


___________________________________________________________

Este es un cuentito que forma parte de la saga Kulja en un foro de relatos. la explicación la dí aquí

2 comentarios:

El Shoin dijo...

Hey buena narrativa eh por cierto he visto tus coments con el yorch

Marxtamoros dijo...

estuvo poca madre aunque largo pero eso no le quita lo chingon.

Pensé que era tuyo!