lunes, 26 de febrero de 2007

No es por verme muy “acá” pero la neta siempre tengo algo que postear y si no actualizo el blog diario es por falta de tiempo; así se me quedan atrapadas montones de ideas y demás cosas que necesito sacar de mi cabecita loca.

La semana pasada fue bien desenfrenada. Entre el exceso de trabajo y las parrandas me dejaron acabada. No voy a contar las noiseaventuras porque están medio inverosímiles, luego van a decir que soy demasiado mamona al exagerar tanto la realidad.

Hoy me dispongo a postear porque tengo algo de tiempo y quiero aprovechar.

Voy llegando a casa de Cd. Obregón. Acompañé a mi madrina a su tratamiento de quimioterapia, En el mismo hospital en el que duré años acompañando a mi madre, con los mismos doctores y hasta las mismas enfermeras. El lugar ha cambiado, le han hecho remodelaciones y el aspecto es totalmente diferente al de hace años donde me paseaba a todas horas por los pasillos que parecían mi segunda casa, aún así cada rincón me trae muchísimos recuerdos.

Está próximo el tercer aniversario de la muerte de mi madre y con fortuna puedo decir que puedo frecuentar los lugares donde ella luchó por recuperarse del cáncer sin sentirme afligida. Ahí donde la veía sufrir sus mareos y la llevé en silla de ruedas porque ya no podía caminar ya no siento venir a mi toda esa soledad que creía infinita. No niego que las primeras vueltas que me di por el hospital después de su muerte fueron muy difíciles, se me apachurraba el pecho, sentía que todavía iba acompañándole y de pronto volteaba como buscándola y la incomodidad me duraba días, pero ni modo, alguien tiene que acompañar a mi madrina, que aparte es mi tía y única hermana de mi mami, ya que su familia anda muy ocupada y yo como trabajo en el negocio de la familia pues me doy libertades y puedo sacrificar unas horas para acompañarle.

Bueno, en realidad he sentido que la aflicción al volver al hospital terminó hace alrededor de un mes pues también anduve por allá, muy tranquila hasta sonriente, ya no vienen los recuerdos tristes, ahora recuerdo las largas platicas que teníamos mamita y yo en los pasillos esperando a los doctores o los dos meses que estuvimos, prácticamente, viviendo ahí cuando le sacaron agua de los pulmones, nombre algún día voy a escribir un libro sobre esa etapa de mi vida, de perdis voy a hacer una crónica, es una historia que merece ser contada, pero de esas de le dije y me dijo, o sea, con lujo de detalle.

A las 6 de la mañana me levante para salir a Cd. Obregón. Me iba durmiendo en el camino, hasta me eché un coyotito en la sala de espera, lo chingón es sentirme liberada de los tristes recuerdos. Vengo hasta más livianita. Empezaré a creerme todas esas cosas lindas que dice Daniel de mí, de mi fortaleza… pero esa historia es otro post.

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