martes, 6 de febrero de 2007

Lovely Rita


- El Ramsés está muy rico. No lo conocía, pero es un buen lugar para escapar de la realidad. Lo escogí porque me gustan los antros de dos plantas cómo este. El Garito no tiene nada que envidiarle porque el concepto es muy diferente. De todos los bares y discotecas de dos plantas, mi favorito es "El Garito"; al Ramsés ya no volveré. Aunque ponen música muy chida y la decoración es exquisita, hubo ciertas cosas que me dieron miedo, un miedo que te oprime el cuerpo cómo para encapsularte y después tragarte. No, la verdad es que hacía mucho no experimentaba esa sensación de estar envuelta en una embriagues. No, no me refiero a algo fisiológico, sino a más allá, algo que luchaba conmigo misma para llevarme de ahí. Fue extraño que al llegar a la planta VIP, justo después de terminar las escaleras, me sentí cómo en otra dimensión, la piel se me erizó y cómo gatito me acurruqué en los hombros buscando refugio. La sensación de sentirme aspirada por el techo fue gacha, pero no fue lo peor. Lo más sacante de onda fue el sentir que pisaba sobre un plasma, que a cada paso dibujaba ondas de colores alrededor de mis pies (como esas manchas que se ven en las burbujas de jabón cuando pasan por la luz). El cuerpo reaccionaba a tal vértigo con mareo. Has de cuenta que sentía que estaba dentro de una gelatina, digo, una que este a medio cuajar. Bailaba y sentía cómo mi piel chocaba con una superficie vibrante y esa misma me aventara hacia otra con la misma textura y así sucesivamente, meciéndome cómo si estuvieran jugando al péndulo conmigo. Sí, así debe sentirse, sobre todo si la gelatina es de limón.

Varias personas se acercaron a mí en la noche. Primero un muchachito de no más de 23 años. Me ofrecía un torrente de orgasmos, una estrella en cada oreja, un diamante en cada pezón y todas las hadas de los cuentos para que me comieran la vulva lentamente, mientras él se masturbaba viéndome gozar. O sea... ¡Que enfermo! No pude evitar mirarme tendida sobre una nube, con todas esas hadas a mi alrededor. Una me sostendría el pie derecho y metería su lengua entre cada dedo y chuparía uña por uña hasta sacarme uno de los orgasmos prometidos. Otra, se colocaría entre mis piernas de espalda a mí para que sus alas rozaran mis muslos provocándome cantidad de escalofríos hasta que esa multitud de sensaciones se transformaran en un río de transparente agua bajando por mis piernas. Claro está que el ambiente de seducción sería tal, que esta que me da la espalda, lamería el cuerpo de la primera poseedora de mi pie derecho. Por supuesto que imagine otras más junto a mí. La tercera tendría por misión chupar hasta que se quedara sin aliento mis recién adquiridos diamantes, yo le correspondería comiéndome su coñito y ella muy complaciente recorrería mi monte desierto con sus manos de hada. La mirada del nene estaba perdida entre mi escote y su mano derecha masajeaba sus testículos sobre el pantalón. ¡Asco, chamaco puñetero, mal cogido! Todas mis haditas prometidas desaparecieron, plop! Plop! Plop! Y la orgía que teníamos se vio postergada. Sí, sí da coraje, chingado.

Otro pendejo llegó vendiéndome tachas. ¿Apoco tengo cara de drogadicta? Pues yo pienso que no... y sí, es que los viajecitos que me cayeron en la noche estuvieron medio psycho. Ah, pero el más chévere fue un tipo de unos 40 años que empezó a mandarme bebidas, al principio me negué a aceptar tal ofrecimiento hasta que mandó una servilleta con un recado, decía: “No me mal interpretes, sólo quiero que me permitas observarte”. Otro que se conforma con mirar, pensé, y acepté la margarita.

No, no, no, pero lo más loco que me pasó, vino después, cuando ya hasta se me había olvidado que aquel tipo me observaba. Sentí unas manos abrazándome por el vientre y un cuerpo pegándose al mío. Un cálido aroma salía de mi espalda hasta llegar a inundar mis más lascivos instintos. Era un hombre también, su olor era fuerte y embriagador. Sentí cómo su cabeza se metía entre mis cabellos, acariciaba con una mano mi cuello y con la otra me rodeaba por el vientre. Al sentir el contacto con su abdomen, mi primera reacción fue jalar mis nalgas hacia atrás y buscar algo en que posarlas para seguir con un suave meneo que llevara a esa mano en mi vientre mucho más abajo, pero la mano no bajo jamás, aunque sí encontré donde posarme. Quedamos justo cadera con cadera y yo meneándome hacia atrás hasta que en su pantalón se sintió algo duro que masajeaba mis nalgas. Mi segunda reacción fue abrir las piernas y jalar mis hombros hacia delante. Su mano no bajaba cómo, estoy segura, ambos deseábamos, al voltear para tomar otro camino hacía la unión de nuestros cuerpos, no vi a nadie. Juro por todas las hadas que me cogería que no había nadie, nadie, nadie cerca de mi. Hasta se me bajó el mareo de las margaritas.

Aquel lugar tiene algo que no me gustó, fueron demasiadas cosas extrañas las que me pasaron, sí lo único que quería era bailar, tomar y fumarme uno que otro cigarrillo a solas, descansar de toda la rutina...

- Ya no siga Rita, que se me puso bien duro el asunto- dijo Tomás.

- ¿Apoco todavía le funciona?- dijo Rita con una sonrisa burlona.

8 comentarios:

Ruga dijo...

Ay no he leído la primera parte y no puedo leer bien. Luego vendré, lo prometo.

Marxtamoros dijo...

Llevame al ramsés
A ver si nos topamos con más RITAS cachondas

B West dijo...

De seguro hay más Ritas de las que imaginamos.

El Shoin dijo...

Yeaahhhh

Unknown dijo...

Ritas hay donde sea...

Quiero ir al Ramses ^^, como mera observadora por supuesto...


saludos!

Starjammer dijo...

Esa Rita de la historia esta aciendo las delicias de mi imaginacion...

Y no como cree, para nada le hago la competencia a supurapepita, pero si me estoy haciendo fan de las nenas que postea, un saludo comadre, pasesela bien.

Starjammer dijo...

* haciendo :P

Pater Noster dijo...

ah q rojo blog.... mas cabron se siente leer con ese fondo, pero ando medio ciego linda eso es todo.

Antro LSD o eran margaritas de hongos.... jejjeee

Cuidaos!!!!!!!