viernes, 15 de febrero de 2008

Dime, vaquera..



Sí el norte fuera el sur decía Arjona pretenciosamente, pero si el norte fuera el sur entonces yo tendría alma vaquera y quizás sea así. Acá, en el otro norte, cuando a veces también somos el sur, se respira desierto, se transpira coraje, se mira pasión, somos roca que blandió en el mar. Desde el sur de USA hasta el norte de México somos áridos, ni mexicanos ni gringos, nos une el rumor del desierto, las huellas de los sahuaros y el carácter recio de las cascabeles.


También nos une la música, desde el country hasta las polkas, pasando por el sonido norteño de acordeón y bajosexto, nada de pasito duranguense y esas mamadas. Hasta ahora, todos los que crecimos rodeados de la cultura de amar el campo, es inegable que sienta empatía al escuchar estos sonidos que representan el sentir de nuestra tierra y no es que sea mala onda, pero el mariachi a mi no me hace sentir nada, siempre lo he visto como una cultura mexicana que no alcanzó a llegar hasta Sonora y si van a Sinaloa, tan orgullosos de su música de banda, ni quien se acuerde de él; ah pero ponme el acordeón y verás si no. No es lo mismo sentir bonito al escucharlo que escucharlo porque está de moda, porque ultimamente como que es lo más inn y favor de no confundir lo que estoy hablando con lo que engloba a lo grupero y narco corrido, que en sí, aunque el corrido forma parte de nuestra cultura, casi siempre con tematicas trágicas y no tanto con inducción a la violencia y drogas como lo es el narco-corrido, una forma más de violentarnos hasta auditivamente.

Mi bisabuela Carmelita, le decía a mi abuela que los gringos eran los mejores músicos que había escuchado y se quedaba horas durante la noche, que era cuando la radio que tenían en lo alto de la sierra sonorense, sintonizaba la señal americana. Imagino su rostro extasiado escuchando el sonido de la guitarra acompañado de una armónica que le recordaba que, aún allá entre los pinos, su aliento era a desierto, el alma western que todos, por acá, llevamos dentro. De ahí que mi abuela en sus tiempos de adolescencia tocaba la armónica y mi abuelo la guitarra, aunque el siempre ha sido de tendencias rancheras y melancólico del mariachi, en cambio mi abuela es mucho más afin al country y un tanto al blues, aunque le da pena confesarlo. y claro también a la música de acordeón y bajosexto.

No niego que hasta me dieron ganas de ponerme el sobrero y votas vaqueras, ir al rancho correr por los corrales, juntar frutos de guácima y si no hiciera frío, hasta me animaría a meterme en el arroyo y toda esta melancolía nomás por andar escuchando country y encontrarme en su música.

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