domingo, 16 de marzo de 2008

Sobre Jorge Cuesta y la poesía.

Me gusta Cuesta en más de un sentido; por supuesto que su obra, aparte su inteligencia, sensibilidad y esos ojos grandes y saltones me dan morbo. Es, digamos, el prototipo de hombre que suele apasionarme. Sobre todo el identificarme con él hace que sea uno de mis intelectuales mexicanos favoritos. Dicha identificación va más allá del intelectualismo y sentimentalismos, me encuentro en algunos de sus poemas y hasta fisicamente (creo que sus cejas son iguales a las mias y también tengo una cicatriz en el lado izquierdo de la cara a la altura del ojo, jajajaja...que meioooo!!!!) Hasta el grado de llegar a describirle como, a veces, me describiria a mi misma: Un ser diverso, apasionado y loco. ¿Qué más se puede pedir?

Me atrevo a decir que Xavier Villaurrutia y Gilberto Owen son mis consentidos, un tanto por su manera de escribir y las emociones que plasman en cada poema, más mi estilo pues; y hasta Salvador Novo se cuela en mis estadísticas de lectura de Los Contemporáneos. Esto no es algo anormal entre los apasionados por la poesía, pues ciertamente son los más populares, pero citar y hablar de Jorge Cuesta con dejos de predilección suena un poco desencajado de la norma.

Su manera de concebir la vida ni en nuestros tiempos es aceptada, creo por ello la incomprensión de su obra. Si una palabra describiera lo que pienso de su poesía sería: Intensa. Una caja fuerte construida de palabras y para entenderla se necesitaría la combinacion exacta entre lo físico y/o espiritual. Pero no me permito caer en el cliché de entender todo lo que leo, más bien me enfoco en darle significado y a veces simbolismo para interpretar lo que quería decir al escribir con tal pasión; más con el ánimo de hurgar en mis sentimientos que en los suyos.

Los poetas de antes no son diferentes a los de ahora. La poesía actual se sigue moviendo sólo entre los involucrados en ese mundo, igual que en el siglo pasado. La locura insana parece ser la condición ideal de los grandes poetas para expresarse, usando como medio la palabra y creando obras literarias que, como la de Cuesta, llegan a vivir en la incomprensión de los que apenas alcanzamos una locura onírica y gustamos de composiciones, liricamente, menos complejas. Es por ello la dificultad en el trabajo del critico literario, ¿Cómo alcanzar la objetividad en una obra literaria? Dificil de responder, cada quien tendrá su propia idea e interpretación de lo pretenciosa que es esa pregunta; pero, no son a caso pretenciosos todos aquellos que se atreven a descalificar la obra de Cualquiera por ser ininteligible, ¿Quien dijo que la poesía aparte de ser una forma de expresarse tiene que cumplir el requisito de ser entendida? ¿A caso el poeta busca esa comprensión luego de despojarse de sí mismo para plasmarse en palabras? Y de ser así, ¿Sería poeta?

No hay que complicarnos las cosas, la poesía más que entenderse se siente y en ello su subjetividad.

¿Cómo describir la sublimidad? Ese es trabajo del poeta.

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