viernes, 1 de junio de 2007

My Master

PRIMERA
SEGUNDA

Tercera Parte.

No pude contener el ardor de la sangre. Un impulso que provenía desde lo más hondo de mi ser me obligaba a tenerla sometida jalándole por los cabellos y que al mismo tiempo tornaba mi voz imperiosa para casi obligarla a actuar a mi antojo. No podía hacerlo, el bien y el mal moral libraban una batalla en mi conciencia impía, pero pudo más la pasión por aquel cuerpo de fina escultura, unos ojos hipnotizantes y esa voz de ángel ninfómano que pedía más sin contemplaciones. Buen pecador soy, que me dejo seducir por los placeres de la carne y libero los estigmas de mi ser para entregarme por completo a la embriaguez del cuerpo.

Pese al gran esfuerzo que hacía por no entregarme completamente a la locura de unir nuestros cuerpos lascivamente, no pude más… me dejé seducir por la sensualidad de Abril que desde niña me trastornaba los sentidos. Y ahí la tuve, tendida sobre mi pecho lamiendo de mis senos cómo si fuese una fierecilla recién nacida que reclama el pecho de la madre. Tan inocente y a la vez tan perversa.

Su lengua, blanda seda que recorría mi rigidez, hábil, implacable, húmeda, caliente y desesperadamente chupaba mi falo altivo. El arte de la felación perfecta estaba en su ser, Dios… si existía, estaba posado sobre esa boca dispuesto a dar amor y goce a todo el que la descubriera como reina y madre de la generosidad carnal. Y así lamió, sin piedad saciaba su sed de tener entre sus labios un sexo tan apetitoso cómo el mío, fuera de los remordimientos filiales y sociales se entregaba al deseo derribando las barreras que en un principio me tenían indeciso. Era mi sobrinita después de todo, la misma a la que, antes de cenar, observé tras la puerta de su recamara desvistiéndose en un acto por demás erótico. En ese entonces traté de controlarme aunque no quería aceptar que ambos estábamos empezando a jugar un juego de villanos del cual nos sería difícil escapar. Pero todo lo anterior era cosa del pasado irremediable, ambos nos olvidamos de todo y nos dejamos llevar, aunque sinceramente debo confesar que en ese momento luché ya no contra mi moral sino contra mi más perverso instinto. No quería dañarle, sabía que si me soltaba la rienda completamente podía llegar a lastimarla y mi amor por ella me hacía encontrar la razón así que dominándome a mi mismo dejé que Abril me comiera a su antojo.

Así pues, empezó de nuevo a lamerme los testículos con ímpetu. Parecía que le besaba los labios a esas dos bolas de piel arrugada, las jugaba entre sus dos labios metiendo y sacando la lengua acompasadamente. Luego tomó mi mástil entre sus pequeñas y delicadas manos para sostenerlo frente a su rostro, lo pasó por toda su cara cómo un proceso de reconocimiento de piel a piel. Le besó la puntita suavemente, su lengua recorrió el borde del glande y siguió su camino lentamente hacia abajo, su mano aún poseía la base de mi sexo que estaba más duro, caliente y palpitante que antes. Después de unos minutos de lamer pacienzudamente decidió meterlo a la boca y empezar un juego entre la lengua y el paladar al tiempo que lo introducía hasta la mitad y lo sacaba lentamente. Me di cuenta que lo metía en su boca con miedo, pues alzaba la mirada buscando un gesto de aprobación en mi y al ver que no le hacía ninguna indicación proseguía con cautela. Toda una gatita mi pequeñita hermosa. Aún con ese gesto de sumisión no imaginé hasta donde llegaríamos esa noche.


La lluvia hacia lo propio sobre nuestra piel, caía sin reparo para hacer perfecta la escena erótica que protagonizábamos. Abril con espalda desnuda, con su minifalda totalmente en la cintura, entre mis piernas haciéndome un oral de maravilla y su cabello en mis manos. Ulises, yo, desnudo. Me había sacado la camisa solo pero Abril hermosa, ya me había quitado el pantalón y el bóxer, era fuego puro esa niña.

No suelo ser el tipo de hombre que reprime gemidos de placer. Una vez que encontró libertad en los movimientos de auto penetración bucal, pues yo hasta le había soltado el cabello a fin de que se explayara en su encomienda, lo hacía soberbiamente con una agilidad que a pocas me había tocado conocer. Ya hasta sentía que controlaba completamente el momento pues sin pensarlo lo sacaba de la boca y sosteniéndolo con una mano lo pasaba como lipstick por sus labios, me encantaba que hiciera eso, me hacia morderme el labio inferior. Pero lo que me arrancó casi un alarido fue cuando empezó a darse golpecitos en la cara con mi fiero, en ambas mejillas y hasta sacaba la lengua para recibir su merecido. ¡Por Dios padre, que parecía guiarle hacia mis perversiones! Hasta separé mi espalda del asiento para tomar su cabeza entre mis manos y una vez que hubo tenido mi ballesta en la boca, jalarla con avidez hacia mí para follármela hasta sacar chorros enteros de leche que le cubriera el rostro y así fue: un espasmo remplazó al siguiente y el orgasmo se hizo sentir en toda mi piel, amén de que la lluvia estaba arrastrando fuertes vientos. Los primeros chorritos le cayeron en su boca, por la expresión de su rostro lujurioso era fácil de adivinar, la quería toda dentro… pero yo que soy un poco más visual tuve que sacarle la verga y ponerla sobre su cara mientras con la otra mano le detenía la cabeza para que no fuera hacer movimientos que me arruinaran el momento. Nuevamente mis impulsos estaban venciéndome, pues ya la tenía controlada y a mi antojo de nuevo. En esa posición terminó de salir mi semen para depositarse todo en su cara, sobre sus ojos, en sus labios, mejillas y un poquito en la lengua. Haciendo de nuevo ceder mis arrebatos me deje caer hacia atrás. Cómo buena gatita se recargó en mis muslos observando como me recuperaba del orgasmo. Cuando abrí los ojos la miré a los ojos y vi de nuevo toda esa ternura que me hacía sentir. La lluvia le había deslizado de la cara mis líquidos pero abrió su boca y tenía un poco de semen aún en la lengua, juguetonamente me lo presumió y sin pensarlo dos veces me eché a sus labios para compartir el néctar del placer mutuo.


La lluvia terminó casi al mismo tiempo que nosotros y un viento helado estaba corriendo. Le pedí que entrara al departamento, que en mi closet tenía un abrigo para que se cubriera del frío, pues ella no traía ninguna prenda gruesa. Obedientemente fue hacía mi habitación, abrió el closet y encontró el abrigo pero también encontró abierta una maleta que le llamó la atención pues de ella salía un flogger negro que olvidé guardar bien. Después de juntar mi ropa también me dirigí hacia la recamara para secarme y ponerme algo. Pero en ese momento no supe quien era el más sorprendido, si ella al encontrarse esa herramienta que hace las veces de látigo o yo, cuando entré a la recamara y la vi azotando sus manos.


Continúa...

8 comentarios:

Paulina I (Primera) dijo...

Uff! Hace caloor, mucho calooor.
Saludos,
interesante lectura de viernes. ji (inserte guiño como del msm).

Sandra Becerril dijo...

Ahhh ese final!!!! Creo que los sorprendidos con tu historia, somos nosotros!!!! Y por cierto... a mi también me gustan las memes...

Besos y feliz fin de semana

Starjammer dijo...

madres....

:s

pocamadre... chingonsisimos post ^^

El Homo Rodans dijo...

que ricas perversiones describe en su post, un placer llegar a sus dominios blogueros.

El homenaje del Cuevas y de la Hadad es al Dr. José Sierra Flores, no estoy muy seguro de quien sea, mi pareja dice que es un pianista, yo medio leyendo en la red me he enterado que es huapanguero, pero ninguna de las dos ideas son ajenas a la propuesta de Hadad, ya ve lo versátil que es. ya le contaré cuando me reponga del recital y la respectiva borrachera.

le dejo un saludo confuso.

Pater Noster dijo...

perverso

Sandra Becerril dijo...

Un abrazo y excelente semana

Gilmar Ayala Meneses dijo...

Berenice, me parece bien. Ahora ha cambiado el narrador. Este personaje se presenta, en apariencia, menos pasional y más pausado, lo siento un tanto insípido, como si tuviera un aire menos fiable. Por otro lado, he de decirte que ese cambio en la narrativa, me recordó un extraordinario libro de un gran escritor mexicano, Bernardo Ruiz, quien publicó una novela extraordinaria con esos cambios narrativos: Olvidar tu nombre. Ojalá la encontrarás y sería muy interesante que leyeras esa novela para que ésta te permita abrir nuevos caminos a la historia que has decido contar en tu blog. En mi blog, hay dos links a las bitácoras electrónicas de este gran escritor: Manual para morir a gotas y En pocas palabras. Pues, bien, a disfrutar de las recomendaciones.

Indigente Iletrado dijo...

Un axioma básico para quienes tenemos vocación de suicidas, de vicio y ludismo: si se siente tan bien no puede estar mal.

Tramposo, claro. Pero nadie lleva la cuenta. Jo.