Todo ha pasado tan rápido.

Ya es septiembre otra vez y al medir el tiempo se me escurre entre los dedos, pero al recordar todo lo que ha pasado en este año siento que han sido dos en uno y quizá un poco más.

Todo fue tan intenso y fugaz. Todo ha calado tan hondo. El amor, la muerte y la amistad han hecho mella en mí. No sabría explicar, aunque claro no lo he pasado del todo bien. Al final sigo creyendo que todo lo que viene es mejor que lo pasado, así que encuentro resignación fácilmente.


Se han ido muchas personas de mi vida este año, unas irremediablemente no volverán. He conocido gente, pero mi apatía al principio me negaba a aceptarles en mi circulo y curiosamente, fui yo la que tuvo que ser aceptada en un grupo de personas con actividades demasiado diferentes a las mías. Chicos y chicas que sus vidas parecen de lo más ordinarias, que se divierten con actividades que para mí resultan muy burdas pero al final termino riendo y disfrutando como una tonta, viviendo días surrealistas como hace mucho no me pasaba.

Y es que dentro de mi soledad las cosas son mucho más tranquilas. Un susurro de paz recorre el ambiente de mi habitación. La comodidad de estar en casa no lo he recompensado con nada, ni siquiera con esas noches que se prolongan hasta la mañana siguiente, porque al final de la fiesta, la resaca parece tan terrible y aún cuando me he divertido me siento insatisfecha, también inapetente. La mitad del verano me ha cogido así, sin ganas de más.

Julio fue catastrófico y a la vez mágico. Lobito y su luna, con conejita incluida, vinieron al mayo. Paseamos, recorrimos miles de kilómetros de ida y vuelta por el valle del mayo entre pascolas y jim morrison, lluvia y playa. Tan buena compañía me ayudó bastante a olvidarme de mis infortunios.

Agosto en cambio fue severo conmigo, me lo pasé entre virus virales, insomnio y practicando empíricamente la carpintería y entre las dos cosas se me fue en un abrir y cerrar de ojos.


Ahora, observo el calendario. Tengo millones de cosas por hacer, me motiva tenerlas. He controlado el insomnio, ahora duermo bastante bien. Quiero hacer una fiesta en casa y también ir a Culiacán a finales de este mes y quien sabe si tenga tiempo para ello. En fin… que, aunque no lo he pasado muy bien, no he tenido tiempo para deprimirme. Aunque la sensación de vacío a veces es muy grande otras llega la melancolía a recordarme cosas que me hacen sentir viva y con el corazón palpitante.


Eso sí, siempre estoy aquí, esperando.