Cuando llueve la desgana desaparece. En realidad ha empezado a desaparecer casi por completo desde hace varios días. ¿Será que fue la aparición de un ángel que con sus palabras fuertes me ha hecho cambiar de camino hacia el encuentro con mi yo verdadero? Un susurro al oído que me hizo temblar completamente y aún resuena en mí. Amigo, te extraño. Estos días lluviosos han estado especialmente faltos de ti.
Ayer, al ver caer estrepitosamente las gotas de lluvia, tuve el impulso de salir a ser bañada por esa alegría, acá en verdad es una bendición, así que sin pensarlo salí corriendo y me paré en medio de la calle. Sentí las gotas golpeándome el cuerpo, enfurecidas como si supieran que he hecho mal. El aire me sacudía provocando un zumbido ensordecedor, quería estar ahí pero me cubría el rostro con las manos hasta que me volteé para recibirle de frente y toda esa furia de la naturaleza se volvió una danza de libertad. Trilladísimo y cursi, pero te juro que exactamente eso pensé en ese momento. Todo es tan fácil y en ello su complicación. No hay mayores límites que los que me permito.
Estos días he estado muy tranquila de alguna manera he cambiado mi camino, pero las marcas del fango son difíciles de limpiar, no queda más que echar pa'lante. Vuelve poco a poco el apetito, las ganas de vivir más allá de mi misma. Lo voy a lograr.
2 comentarios:
Puede que la lluvia haya lavado algo en tí, una pena, una tristeza. Saludos y que cada día más recuperes esas ganas de vivir. :)
Uno nunca debe ir de reversa. Aunque eso diga la canción. (De reversa mami, de reversa.) ok no. jA!
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