lunes, 5 de marzo de 2007

Cuando llegué de nuevo a Navojoa, venía con la idea de recuperar la tranquilidad, mi familia, mis amigos y sobre todo buscando una vida de lo más cotidiana. Al principio la cotidianeidad me asaltaba y me quemaba por dentro. Todos los días a las 5 de la tarde me entraba la ansiedad de salir corriendo con mis maletas y regresarme a Culiacán de donde, suponía (sólo en ratos de desespero) no debí salir nunca, pero al final terminaba refugiándome de nuevo en los libros y en series cortas de cuentos largos y en mi música, aferrándome a una nueva realidad, mi realidad a la que no podía sacarle la vuelta; sí bien me pasé los primeros meses de mi regreso casi sin salir y sin ver a mis amigos, con una depresión que no me dejaba salir de casa, fue entonces cuando recupere el color extrablanco de mi piel, que por tanto tiempo se veía entre moreno y claro de tanto que me la pasaba en la calle. Así, pasó esa racha de mala onda, recuperé mi ánimo y mis ganas de vivir aquí. Cuando por fin decidí a salir y enfrentarme con la sociedad navojoense, recobré las ganas de andar de vaga y un año muy bueno empezó. A la vuelta de un año de mi llegada, mis objetivos fueron alcanzados, estoy más unida a mi familia como hace muchos años no lo estaba, rescaté amistades que tenía empolvadas y mi vida era de lo más normal. Pasaron unos meses más y me ha entrado la incomodidad, definitivamente la cotidianeidad no es para mí, empezaron a pasarme cosas raras, sentimientos raros y montones de cosas más que no viene al caso mencionar.

Venía huyendo, la verdad. Cuando me vine de Culiacán venía para dejar atrás todos los problemas existenciales que me generaba vivir allá, decidí olvidarme por un tiempo del teatro, apartarme del escenario y de la farándula sería lo mejor que podía pasarme en aquel momento. Necesitaba perderme de nuevo para volver a encontrarme y ya me encontré. A veces hasta me desconozco, me siento ausente y ajena a este ritmo de vida. Extraño las tablas, a mis compañeros teatreros, las luces, las tres llamadas, los ensayos hasta media noche, en fin, todo lo que soy profesionalmente y que aquí lo tengo enterrado, pronto volveré, no a Culiacán pero si al teatro, a las letras, a lo que indiscutiblemente es mi vida.


Pero precisamente hoy necesito un respiro, largarme de aquí, respirar oxigeno nuevo, ver otras caras, hacer otra cosa. Me estoy hundiendo en la aburrida rutina de trabajar, salir de fiesta, volver a trabajar, volver a salir, a un cansancio que no me es grato y sobre todo necesito desempolvar mi rostro y reconocerme.


La vida nuevamente esta siendo generosa conmigo y hoy me tiende una nueva oportunidad para volver a tomar el camino de la tranquilidad. Por la noche salgo a Mexicali por asuntos de trabajo vuelvo antes del fin de semana y para la semana que entra tengo que decidir si me quedo unos meses a vivir allá, la idea es tentadora, regresaría para junio, pero aún tengo que resolver unas cosas antes de tomar una decisión definitiva, de pronto me entusiasma demasiado poder experimentar una nueva ciudad, cada día me descubro más nómada de lo que pensaba.

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