viernes, 16 de marzo de 2007

La princesita del castillo en el aire.

Las horas pasan tan rápido como los segundos. La esperanza cada día resta un punto a su condición teologal. Con el correr incesante del tiempo se desmorona lentamente cada nube en forma de castillo. Uno a uno los va construyendo. Sopla lentamente y con el dedo diseña la forma que ha de adoptar ese montón de gas comprimido; quizá un puente enorme que hace las veces de puerta principal y que siempre está cerrado, podría ser una torre al costado derecho de la cual bajaría una larga cuerda, desde la cúpula hasta el suelo como opción de fuga.

Frecuentemente nuestra princesita contempla los jardines de su castillo desde algún balcón muy alto y perfectamente sellado por enormes rejas que sólo dejan escapar al aire. Hay veces que la imaginación se le cansa y deja de inventar pasadizos, paisajes, puentes y portones, entonces la veo parada frente a un lienzo blanco donde ha de pintar cada una de las cosas que le brindan estabilidad emocional y que sobre todo sea aprobado previamente por su maquina creadora de alucinaciones y realidades inventadas. Es cuando la veo llorar esperando que le llegue esa nueva idea, aguardando ser iluminada con el nuevo capítulo, ya que con sólo pensarlo las cosas cobran color y forma frente a ella; quizá sea una nueva pradera cercana al castillo o un río donde pescar por las tardes después de tomar el té, en fin. Nadie sabe como hace para mantener una siempre una realidad frente de ella. Algunos de sus amigos voltean hacia el sueño temiendo estar flotando en la nada, otros se observan las piernas y los brazos con miedo a verse desvanecer y los más firmes en convicciones por ratos ven escurrir pintura a su alrededor pero al volver la vista hacia el escurrimiento ven que todo va igual de bien que siempre.


Al momento de estar sola es cuando entra en shock. La princesita de nuestro cuento tirada de rodillas sobre el lienzo blanco volteado hacia enfrente y el contacto con la ausencia la hace romper el silencio con el escándalo de su llanto. De tras de ella se encuentra un monstruo con túnica y capucha negra látigo en mano, valientemente el llanto cesa y a través del cristal por donde le miro sólo se alcanza a escuchar el sonido de los azotes.


Tic - tac tic - tac tic - tac tic - tac tic - tac tic - tac

10 comentarios:

Christian García dijo...

Que mello ¿quién es ese del latigo? Maria!! pobre de la princesita.
Es un texto lo bastante fuerte como para extraer material pa pesadillas. felices sueños jiji

B West dijo...

si la pinche lo escribió desde ayer!

B West dijo...

digo, desde el jueves.

Andrés dijo...

"romper el silencio con el escándalo de su llanto".

Imponente imagen.

Dan ganas de ir corriendo a abrazarte y beberse las lágrimas

Sandra Becerril dijo...

Cielos!! Y yo que me creía cruel jaja ME gustó mucho mucho

besos

Indigente Iletrado dijo...

No deberían sentir empatía por la princesa. Se lo merecía.

Bio. dijo...

je, sí, de repe me daban ganas de hacerlo medio lesbico, pero me aguanté xD tod a su tiempo, todo a su tiempo. PND es uan cara paranoica XD ah, si lo pones en la caja de mensajes te sale xD

con respecto a lo que escribes... creo que siempre tenemos a ese verdugo detras de nosotros. Siempre ahí está... y a como me molesta! y el tic tac del final me recordó al insomnio de anoche -_-

Srita. Bunny dijo...

Ots, con la princesa,a mí se me hace que bien que le gustaba. Muchas veces necesitamos de los buenos latigazos para que ¡zaz! una idea de cosquillee la panza.



Atte: Una pinche bruja.



¡Besudos!

B West dijo...

con lo que me encantan las pinches brujas!!


^^

Omarcin dijo...

Qué sigue, no me dejes así...