sábado, 31 de enero de 2009

Instinto suicida

El silencio ha sido más que una ausencia, más allá de las palabras no escritas ha sido una desgana inexorable que intentó asesinar este blog y toda manifestación mediante la palabra escrita. Me asusté cuando me descubrí deseando dejar de escribir, como si de golpe me dijeran que estoy muerta y no sólo eso, si no que sentí el letargo que deben de sentir las almas en su camino al Otro Barrio. Resignación, voy a dejar de escribir, ya no tiene sentido, como si se fuera la vida.


Y no fue el tedio ni las malas compañías quienes me orillaron al suicidio intelectual, sino el vacío que tendrían las letras al encontrarme enteramente derramada de emociones, lánguida, con el corazón entumido y con unas ganas enormes de que nadie lo supiera, ni yo misma; motivos suficientes para refugiarme en el olvido, de mi, de todos hasta de Él.

Luego la combinación de ciertas circunstancias me recuerdan quien soy, jamás podré ser esa superficial y banal que tantas veces he querido ser, porque no se me da del todo, antes bien siempre seré la ácida, sarcástica, melancólica en medio de la fiesta y así fue como me encontré con mi propio yo: Huyendo del bullicio y la falsa sociedad -y una batucada que me ponía de nervios- encontré un puesto de libros y me miré en cada uno de ellos, me sentí dueña de cada palabra escrita, mi corazón empezó a bombear sangre lentamente y me dije a mi misma: Soy Berenize, Soy LECTORA y soy mexicana, -chistín chistín.

Así pues ejercía mi oficio de lectora y cuando hube llegado hasta las palabras de Él que al leerlas eran mías, brotó de nuevo el caudal de vida y sentí tantas ganas de que no se me volviera a olvidar lo que siento, de no intentar ocupar espacios insustituibles, de no negarme, alguna vez fuimos dos, después de todo. Y he vuelto, a mis ejercicios privados de escritura y a este mi blog que es mi gran cómplice.

1 comentario:

Marie dijo...

querida Berenize,
Cuando leo tus palabras, en algunas logro reconocer la persona que era hace unos años cuando felicidad y pasarla bien era una cursilería en la que no creía en absoluto. Ahora puedo decirte con seguridad que de no ser por las palabras escritas hubiera dejado de sentir, sentir la vida en general. Espero que sigas escribiendo aunque sea la descripción del vacío que a veces se apodera de los minutos. Un abrazo.