lunes, 9 de junio de 2008

Íntimamente

Con las mismas letras que nos encontramos al abrir este blog -la promesa, bello poema de Rosario Castellanos- empezó Íntimamente, puesta en escena escrita y actuada por Ofelia Medina, basada en los poemas de Rosario Castellanos. Por jugadas de la vida tuve acceso a un ensayo de esta obra de teatro, donde horas antes de la función se montaban las luces, se checaba la acústica, en fin... lo necesario para dejar todo listo y que el público disfrutara de una maravillosa puesta. "Te lo voy a decir todo cuando muramos, te lo voy a contar palabra por palabra..." decía Ofelia, metida en una bañera con el pecho desnudo, y después de la promesa empezó a contarnos, envolvernos y contagiarnos de aquella catarsis que fluía como fuego sobre brazas rojas.


De siempre he sabido que la poesía retrata al espíritu, que mediante ella podemos encontrarnos a nosotros mismos por su universalidad. La Medina, se encuentra en los poemas de Rosario como si fuese ella misma, eso se ve en el escenario. Quizá por conocer un poco menos a Ofelia que a la poetiza, hubo ratos que no supe quien de las dos hablaba, pues la actriz varias veces demostró locura al interpretar los poemas, una locura propia del enfrentamiento más intimo del ser y a tal hecho atribuyo que esta obra de teatro es una catarsis de principio a fin.

Es por tanto, una selección de versos hecha con microscopio con el deseo más desesperado de expresar sus más intimas emociones. La compenetración de dos seres apasionados y guerreros que la señora Medina amalgama muy bien e íntimamente nos comparte su fusión con el personaje.

Obviamente la interpretación es excelente -esta mujer proyecta hasta con las pestañas- voz, cuerpo, emoción, dominio del escenario, etc. Tiene todo lo que se necesita para ser actriz, incluyendo la necesidad de contar una historia, que tanto le hace falta a la mayoría de los que se dedican a la actuación y al arte en general.

Pues, por todo ello, ir al ensayo y la función, resultó uno de los ejercicios de vida más significativos de mis últimos días, aunque para muchos de los que asistieron fuera cansado, con decir que el señor que estaba a mi lado se dispuso a dormir y hasta estaba roncando, pero en fin... es parte de la propia catarsis aristotélica, no escuchar la palabra de Rosario y la voz de Ofelia, mientras, estoy segura, a más de dos nos dejó en el inicio de una batalla interior.

Gracias ROSARIO, Gracias OFELIA.


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