Ya conozco el silencio de la calle antes del crimen
Y el furor del acecino ante su presa
Y se como manejar la sutileza del juego de miradas entre ambos.
Sentir que sólo me quema lo helado del arma en la mano
-anejo defecto contra el frío-
pero sin titubear confieso el placer del dolor enemigo,
Aunque duela en la entraña y sangre poca esperanza.
Ya se que siente el lobo cuando rodea al carnero
Y también se que le mira a los ojos y ve delirio y excitación
Hambre de devorarlo entero.
Al igual que al lobo
No e importa que guardan sus labios
Ni la forma de su esqueleto
Sólo quiero ver sangre y saciar el hambre
Ya se que blasfemo
Ya se que peco
Y no me importa.
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