jueves, 17 de marzo de 2005

Todo es donde nada es

Tirada en un espacio vacío donde nada es y nada fue, se percibe ansiosa e inquieta, el hormigueo por su cuerpo amorfo va creciendo hasta convertirse en calor que sofoca. De sus pequeños orificios nasales sale el vapor del deseo, la piel chorrea litros de sudor y su cuerpecito tiembla a la vez que se recorre con sus patitas toda esa maza viscosa que va tomando forma. Se transita, goza, explota un grito de ahogo que abre los ojos. Nació. Es. Ella la lujuria.

De pronto todo fue donde nada era y salió altiva sabiendo que todo era suyo. Anduvo por su casa de espejos y nada la inmutó, caminó unos pasos y tropezó con un par de pies y su tacto fue erizarte, una punzada la invadió de un frío que le quemaba los vellos. Por instinto subió entre los dedos hasta llegar a la pierna y el temblor de esta la invitó a seguir explorando las carnes ignorantes de placer ; astutamente se arrastro lenta y provocadora rodeo todo el muslo y unas gotas saladas la bañaron gimió de nuevo y corrió hasta el sexo donde se quedó unos minutos socavando con sus seis patas todos los recovecos que ese cuerpo diferente al suyo le brindaba con las piernas abiertas, royo tanto que quiso mas y subió arrastrándose de los vellos mas largos hasta llegar al ombligo, lamió desenfrenada todo el abdomen y desplazándose por el torso llegó al cuello, largo, cálido, húmedo, Sintió ser la prolongación de aquel ser. Toco el rostro y resbaló con la humedad pero se agarró con de los labios, eran tan suaves y blandos que al instante el aliento la incito a probar del mar de la boca, tocó la lengua y se adhirió a ella. Cuando esos dos cuerpos que eran fueron uno llego llegó la imprudente vecina Nausea desde las entrañas y provocó una arqueada que hizo salir volando hasta el sueño a la Lujuria. Separación, vomito blanco sobre el piso, asustada corrió a esconderse pero los salpicones lechosos la alcanzaban sintió tanta desesperación que el tiempo desapareció.


Abre los ojos, no sabe que ha pasado se siente tibia, temblorosa y temerosa; latas, vidrio y escombro a su alrededor y una nueva punzada en el centro de su cuerpo la invade. Llora. Se estira. Se desmoronan sus patas, antenas y todo se vuelve de nuevo una maza viscosa, salen piernas, brazos y cabeza. Nació el hombre, después que todo fue donde todo será.